Lisbet Goenaga García nos invita a reflexionar sobre la relación del ser humano con los objetos, su impacto en nuestra identidad y existencia. Nos sumerge en la profundidad de la necesidad de poseer, coleccionar y atesorar cosas, no solo como una acción cotidiana, sino como una forma de supervivencia arraigada en la sociedad cubana. Explorando la idea de acumular objetos bajo la premisa de una futura utilidad, nos invita a cuestionar si esta práctica no es más que una metáfora de nuestra propia vida. En nuestro país esta sensación hacia la necesidad de poseer, buscar y recopilar cosas no es un placer, sino una exigencia. La artista nos desafía a replantearnos nuestra relación con la posesión, la identidad y el apego, sugiriendo que quizás estemos tan inmersos en este patrón de acumulación que la reversión de esta mentalidad se nos antoja utópica. Nos hace reflexionar sobre cómo nos aferramos a las cosas materiales y simbólicas para construir nuestra historia y nuestra sensación de seguridad en un mundo marcado por el consumo y la búsqueda constante de bienestar. Nos confronta con la paradoja de que, aunque nacemos al mundo sin poseer nada, tendemos a vincular nuestra propia existencia y valía con aquello que acumulamos a lo largo de los años. “Las cosas que nos nombran" nos invita a contemplar cómo los objetos que atesoramos no solo nos definen, sino que también puedan encerrar en sí mismos un profundo significado sobre nuestra forma de estar en el mundo.